EL ORIGEN DEL AZUL COBALTO
Adorado por artistas a lo largo de los tiempos, el azul cobalto es la máxima expresión de la pureza y refulgencia, evocador de misterio y opulencia. El descubrimiento de este precioso color fue tan revolucionario como magistral, en tanto que dio lugar a algunas de las obras de arte más preciadas que existen.
Este sublime pigmento fue producido a comienzos del siglo XIX como una alternativa al azul ultramar, el pigmento azul más clásico y atractivo del momento. Creado a partir de lapislázuli, una piedra semipreciosa procedente de Afganistán, el azul ultramar era escaso y costoso.
“Los artistas lo tenían complicado con el azul”, afirma la Dra. Rosalind McKever, asistente de conservación de la National Gallery de Londres.
“O bien elegían el azul ultramar, de gran belleza pero también de gran coste, azules como el azul esmalte, más asequibles pero de menor intensidad, o bien otros como el azurita, con cierto matiz verde”.
Ante la necesidad de un nuevo azul, el ministro del interior francés Jean-Antoine Chaptal encargó al distinguido químico Louis-Jacques Thénard el desarrollo de un sustituto sintético del azul ultramar. Inspirándose en los llamativos esmaltes azules de la porcelana Sévres creada a partir de sales con cobalto, Thènard decidió probar con una combinación de sales de cobalto y alúmina. El resultado fue cautivador: un azul puro y refulgente que no solo era extraordinariamente estable, sino que además se secaba rápido y se podía almacenar de manera segura con otros colores. A pesar del coste relativamente elevado de estos nuevos pigmentos, los artistas los acogieron rápidamente, exultantes por la extraordinaria libertad que de repente les otorgaba.
“Cuando pensamos en arte renacentista, solemos asociar los azules vivos con la Virgen María, que por supuesto era pintada empleando el azul más caro” afirma la Dra. McKever. “El cobalto permitió a los artistas emplear el azul de manera más libre”, añade.
Esta nueva exuberancia tuvo un impacto monumental. “La invención del azul cobalto permitió la explosión de los vívidos colores y la creatividad que observamos en las pinturas impresionistas y postimpresionistas”, apunta la Dra. McKever. Apostaron por él sobre todo Renoir, Monet, Morisot, Sisley y Cézanne.
Existen numerosos ejemplos del uso del azul cobalto en las pinturas del siglo XIX exhibidas en la National Gallery, dos de las cuales cautivan por completo a la Dra. McKever.
“Una es La Yola de Renoir, que representa una escena sobre el río Sena, a las afueras de París”, confiesa. “Renoir utilizó el azul cobalto en el río, sobre el que destaca el naranja intenso de la barca, de manera que ambos colores —según la teoría contemporánea del color— brillen más así.
“La otra gran obra es Lavacourt bajo la nieve, de Monet. Como la escena de nieve que es, esperamos que sea blanca, pero en su lugar utilizó el azul para crear una amplia gama de sombras en la nieve que le diera un aspecto helado”.
Como uno de los colores más legendarios, el azul cobalto sigue siendo adorado por los artistas contemporáneos de mayor renombre. “Es un color fantástico”, concluye la Dra. McKever.
Hace más de 30 años que La Prairie creó la innovadora Skin Caviar Collection enriquecida con extracto de caviar. Fue considerada revolucionaria, no solo en términos de resultados científicos y para el cuidado de la piel, sino también en cuanto a estética. Los elegantes y estilizados frascos y viales de la icónica Skin Caviar Collection son esencialmente un ejercicio de inspiración. Las limpias líneas de la Bauhaus y la tipografía Helvética hacen guiño a la elegancia de la estética suiza, mientras que el azul cobalto rezuma la profundidad y riqueza de un verdadero objeto de deseo.